
El escritor piensa que hay que resucitar la vida del alma, por muy poético que ello pueda sonar, dado que en la mayor parte de los casos ya ha muerto o agoniza irremediablemente. La sensibilidad en un primer momento se adormeció y luego falleció, pues tendemos a reducirnos con el tiempo a los fríos límites de la razón, cuando “no es la razón, sino el sentimiento quien conduce al hombre a la cumbre de su destino” (Alexis Carrel).
Hoy en día la superficie de nuestra piel se cubre de escamas y acabamos por endurecer nuestras capacidades de percepción y de sentimiento. Nos creemos más fuertes de este modo, más reflexivos, más sosegados, más inteligentes…sin querer darnos cuenta de que así vamos pereciendo, olvidamos las palabras de Balzac “los hombres más sensibles son los seres más sensatos”…El desastre se produce cuando nuestras emociones quedan sepultadas bajo el umbral de la consciencia, son remitidas cual locos parientes a los tenebrosos y lúgubres sótanos de nuestra casa.
¿Quién puede decir que no ha sentido una oleada de calor que lo invade en un momento?...a todos, queramos o no, nos orienta a veces un soplo cálido, que sube desde dentro inundándonos, inexplicablemente, también, en otras ocasiones una impresión negativa nos asalta y nos derriba sin un visible por qué. Llamémoslo intuición y llamémosla instinto: son “sólo” sentimientos. Está claro que si la cabeza y el corazón se enfrascaran en una discusión siempre acabaría por decidir este último, la pobre cabeza cedería siempre, puesto que es la más prudente, y contra los sentimientos no valen razones, porque las razones no son más que razones, es decir, ni siquiera verdades…
¡Hermosos milagro sería el de que las razones sintiesen!, pero en nuestra vida resulta lo tristemente previsto: el hombre es a la vez su batalla y su campo de batalla…todo transcurre en esa heredad única de cada cerebro que es cada corazón.
El escritor no puede concluir estas breves líneas sin aconsejar que no olvidemos nunca que sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos.